
Todo empezó hace unos años en un viaje a Murcia. No me acuerdo como empezó todo pero una cosa llevó a la otra y ese fin de semana celebramos la boda de A. y S.
Nos lo tomamos muy en serio y en solo unas horas avanzabamos por el pasillo camino del altar (que era una tabla de la plancha pero con velitas y todo).
La novia iba preciosa con su vestido de sábana y su velo de cortina de ducha. Hasta ramo de flores llevaba.
Las damas de honor íbamos muy conjuntadas (gracias a que las sábanas-vestidos eran iguales).
El novio, todo nervioso esperaba en el altar-plancha con el cura y el único invitado (no dábamos más de si).
Tuvimos invitaciones (en tarjetas del Canal Plus), arras (vaciando nuestros monederos), anillos y demás. Todo al detalle.
Y aquella noche A. y S. se dieron el si quiero.
Hoy, cuatro años más tarde ese momento volverá a repetirse. Pero esta vez de verdad, sin sábanas, ni cortinas de ducha ni altares-plancha. Dentro de tres meses volveremos a verles dándose el si quiero.
Y lo que son las cosas... Los cuatro que fuimos testigos (y creadores) de esa boda, volveremos a serlo.
¡¡Que ganas tengo de veros casaros por segunda vez!!
2 comentarios:
y A. ya sabes lo que hay que hacer para que siga sin divorciarse...S. lo dejó muy claro en las primeras nupcias!!!!
Ja, ja, ja...
Ya queda menosssss
Publicar un comentario