
En estos días las casas se llenan de árboles de navidad, lucecitas, adornos y los tradicionales belenes. Yo la verdad es que prefiero poner el árbol porque es más cómodo y ocupa menos. Eso si, no puede faltar el belén de marionetas de dedos que me regalaron el año pasado (lo teneis ahí arriba, en la fotillo).
Pero cuando era pequeña era otra historia. Eso era todo un ritual y seguro que a muchos os sonará.
- En mi casa el belén se ponía encima de una mesa de estas de ir de camping con un par de maderas forradas de papel para poder pintar encima, claro.
- El portal de belén era una caja de galletas recortada y pintada
- El río era de papel de plata, no me digais que no es mítico!! Además ese río nacía en unas montañas de piedras (todos los años las mismas) y si ponías churritos de papel de plata entre ellas parecía una cascada (véase que técnica más perfeccionada).
- Todos los días había que regar el musgo (made in Entrepinos) para que estuviera verdecito (operación que se hacía con un flus-flus de esos)
- Además había que adelantar a los reyes un poquito cada día para que llegaran a su hora al portal
- Mi juego preferido era subir a TODAS las figuritas en lo alto del portal de belén. En un descuido de mis padres, ahí estaban pastores, cerditos, ovejas, lavandera, castañera, Herodes, mula, buey y demás haciendo compañía al ángel.
Otro día os contaré el año que mi madre nos cedió la mesita baja del salón y mi hermano y yo construímos un belén a lo grande hecho íntegramente de plastilina. Si encuentro fotos os las pongo, que no tenía desperdicio ese momento artístico.
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